Construir un camino propio nunca fue tarea fácil. Este emprendimiento nació atravesado de sueños y miedos. Al principio sentí que saltaba al vacío. Desprenderme de la seguridad y saltar sin tener del todo claro qué podría esperarme. Sin embargo, cuando entendí que de los vacíos podían surgir redes, los miedos se transformaron paulatinamente en sueños. Sueños pequeños, cotidianos. Peinar a mi hija antes de llevarla a la escuela; reírnos hasta llorar sin mirar el reloj. Así que decidí apostar. Apuesto por las redes llenas de amor y dedicación. Apuesto por la libertad de labrar, surco a surco, mi propio camino. Porque siento que esta semilla tiene que florecer. Por eso te invito a compartir mi sueño, porque prefiero las redes al vacío. Y porque estoy convencida de que la única forma de acercarnos a lo que parece una utopía es caminar.
¡Saori te da la bienvenida!